sábado, 29 de septiembre de 2007

Lactancia Materna: Semana dos


Algo que debe saber toda chica que decida amamantar a sus hijos, es que
esta actividad le demandará mucho tiempo.

Durante estas semana y media Isabel ha contribuido a mostrarnos qué tan difícil es.

Isabel tiene un ritmo de alimentación muy irregular. En una ocasión come durante media hora. En otra ocasión come durante períodos de tiempo más cortos, pero tan cercanos que terminan siendo una sesión de varias horas.

Entre las tomas el patrón de sueño no es regular. En una ocasión duerme hasta tres horas. En otra ocasión permanece despierta. En todos los casos, Isabel nos muestra gran actividad. Mueve sus brazos y piernas vigorosamente. Inclusive cuando duerme tiene sobresaltos frecuentes. Por último, es incapaz de estar despierta durante la toma.

Todos estos aspectos eran de gran preocupación para nosotros. Pensábamos que Isabel exigiría alimento frecuentemente, pero el hecho de que estuviese tan activa no nos parecía normal.

Antonieta Hernández, de leche y miel, nos rescató. Nos explicó que todas estos síntomas corresponden a una Isabel saludable. Destaco dos hechos de esta etapa que me parece relevante recordar.

1. Isabel es nuestra primera hija. Por esta razón se ha encontrado con unas tetas que no han llegado a su clímax de producción de leche. A ella le toca el trabajo de estimularlas y desarrollarlas, mediante la succión prolongada. Eso no es un problema para ella, está preparada para succionar todo el tiempo que haga falta. Inclusive puede hacerlo dormida. Sin embargo, sí es un problema para Roxana. Ella es la que debe aprender a hacerlo sin agotarse. Este proceso de preparación dura aproximadamente tres meses.

2. La leche materna no requiere de digestión. Por ello Isabel está muy activa. La leche pasa directo a su intestino y a su sangre. La vigilia y los movimientos que observamos son parte de su desarrollo. Este segundo hecho también es un problema para nosotros porque Isabel requiere que la atendamos constantemente.

La conclusión es que Isabel no tiene ningún problema, todo lo que hace responde a actos reflejos. Las únicas actividades que no puede hacer por si misma son comer, limpiarse y cambiarse de pañal, y soltar algún gasesito ocasional. Para todo esto nos necesita y nos llama con un llanto conmovedor. Lo demás lo hace ella. Y no es poca cosa.

El problema lo tenemos nosotros, que no estamos actuando mediante actos reflejos. Más bien tratamos de seguir la razón y un conocimiento que aún no hemos terminado de desarrollar. Pero lo haremos.

Creo que lo más complicado es aceptar que nuestra rutina ha cambiado para siempre. Ya no es posible hacer nada como antes y hay ocasiones en que este hecho es muy duro, aunque se trate de Isabel. Hay que entender que la peor parte de esta etapa la lleva la madre. Ella es la que debe dedicar el mayor tiempo y además lidiar con un ese desbalance químico que llaman la depresión post-parto. A los chicos no nos debe extrañar encontrar a nuestra chica llorando mientras amamanta en la noche (creo que las condiciones depresivas se manifiestan más en la noche). Al preguntar que le pasa, puede referirse a cosas tan básicas como "no he podido ir a bañarme", o tan triviales como "quisiera poder ver la televisión". Creo que no hay que desesperar. No hay que ver las lágrimas. Sólo debemos ayudar a nuestra chica a atender a la cría, para darle algo de tiempo a ella. Debemos estar serenos.

Ya me he extendido mucho para un post y aún queda mucho que decir. Terminaré con esta idea. La mayor parte de los consejos que escucho tienen que ver con la educación, la buena educación, que debo dar a Isabel. No la cargues, no la mezas, hazle una rutina, quítale la teta de las tres de la mañana, etc. Todo esto está muy bien. Sin embargo, es obvio que mucho de esta buena educación tiene más que ver con la recuperación de nuestro espacio perdido que con otra cosa.

Está muy bien desarrollar buenos hábitos en nuestros hijos. Sin embargo, hay algo que me parece que olvidamos. Antes de hacer una rutina para Isabel es necesario hacer una rutina para nosotros, los padres. Se trata de aceptar que nuestra vida ha cambiado. Isabel requiere atención casi constante durante sus primeros meses-años de vida. Ya hemos sacrificado una parte importante de nuestro tiempo cuando decidimos que viniera. ¿Estamos realmente conscientes de ello?

lunes, 24 de septiembre de 2007

Las tres preguntas

Después de algunas lecturas y la experiencia de los primeros días, pienso que el mejor ambiente posible para Isabel, en este primer período, es aquel que sea lo más tranquilo posible.

Luz suave, poco ruido y poca gente.

Hemos iniciado la segunda semana preocupados en la rutina para Isabel.

Cuál, cuándo y cómo son las preguntas.

Cuál:

La rutina debe ser tal que sea factible de seguir para Isabel. La clave de esto es entender sus posibilidades según se va desarrollándo.

Cuándo:

Es la segunda parte del cuál. Es el según se va desarrollando. En realidad se trata de entender qué cosas es capaz de hacer hoy. Porque el problema siempre es el hoy. Así que el cuándo es una pregunta tramposa. Vuelve a ser el cuál, o el qué. Qué vamos a hacer hoy, anticipando al qué haremos mañana.

Cómo:

Una vez que establecemos un objetivo, la nueva pregunta es el camino para lograrlo. Si el cuál es la estrategia, el cómo es la táctica. Hay una sutil diferencia entre ellas y muchas veces no la comprendemos bien.

Nuestro primer objetivo:

Isabel debe dormir más y no mostrarse tan excitada en las tardes.

Isabel puede dormir hasta 2 y 1/2 horas entre toma y toma, pero no lo hace siempre. A veces, duerme una hora. En las mañanas se le ve tranquila, puede estar sola hasta por media hora. Hacia la noche se le ve más inquieta y llorona. Sin embargo, entrada la noche vuelve a ser más tranquila.

Ya tenemos un cuál para esta semana. La estrategia es bajar esa excitación de Isabel en las tardes.

La táctica ha sido tranquilizar al máximo el ambiente. Ha funcionado a medias. Mañana habrá nuevas ideas. Sin embargo, será un día duro. Tenemos que ir a su primera revisión pediátrica. Habrá que salir a la calle y un montón de excitación.

Además, no habrá baño de sol a las nueve, su momento de mayor relax. Adiós proto-rutina

sábado, 22 de septiembre de 2007

Lactancia materna: Semana uno

Es domingo, 10:15 pm. Isabel acaba de cumplir seis días de nacida. Me parece que es un buen momento para hacer una revisión de lo que ha sido esta primera semana de vida.

Últimamente a donde quiera que voy, escucho maravillas sobre la lactancia materna y sus bondades. Sin embargo, sospecho que no es posible que las enfermeras del retén de una maternidad dejen de dar teteros de una solución glucosada a los recién nacidos. No importa si los padres estos niños se lo piden de forma explícita. Estos teteros tienen dos propiedades muy deseables:

1. Mantiene (vivos) a los recién nacidos

2. y silenciosos, para que las personas del retén no tengan que soportar sus lloros todo el tiempo.

Dada esta situación, insistimos en tener a Isabel en la habitación de la clínica cuanto antes y que se quedara con nosotros el mayor tiempo posible. Con esto Roxana tuvo la oportunidad de dar pecho a la pequeña desde muy poco tiempo de nacida y pudimos evitar algunas tomas de tetero glucosado.

Contra la recomendación de amigos y gineco-obstetra, la niña se quedó con nosotros también durante la segunda noche de clínica. Fue una experiencia interesante. Sabíamos que sería difícil. Sería como el primer día en casa. Pero tendríamos una ventaja. De tener una situación incontrolable con Isabel, podíamos llamar al retén para que se la llevaran y lo "resolvieran".

La niña lloró bastante. Vinieron las preguntas: Hambre? Gases?

Sabiendo que no llamaríamos al reten y luego de llegar al borde de nuestros nervios resultó ser un gas. Lo habíamos logrado. Dormimos el resto de la noche con una gran satisfacción.

El día de regreso a casa (miércoles) transcurrió sin problemas hasta la noche. Entonces la niña lloró realmente mucho. Siempre defenderé la siguiente teoría para explicar la situación, es más fácil chupar un tetero glucosado que la teta de una madre primeriza.

Aunque sentí algo parecido a la desesperación aquella noche, siempre tuve seguridad de dos cosas:

1. Isabel entendería que lo del tetero quedó atrás y que tendría que esforzarse más por su alimento.

2. El proceso de chupar en la teta de su mamá estimularía la producción de más leche materna. Al cabo de un tiempo (?) ésta sería mucho más abundante, al punto de gotear de los pezones de Roxana.

Tuvimos suerte. Al día siguiente (jueves) Isabel tuvo un sueño más continuo. Más aún, la producción de leche de Roxana se ha hecho abundante para el fin de semana. Algunos datos numéricos:

1. Cambios de pañal: seis diarios. Un buen dato para saber si la niña está recibiendo leche (al principio no se ve fácilmente) es que los pañales estén pesados. Para el fin de semana el peso de las deposiciones de Isabel está entre los 50 gr y 90 gr.

2. Deposiciones "solidas": El primer día en casa cambiamos un pañal con meconio. Luego de dos días sin ningún residuo sólido en el pañal, éste apareció para quedarse. Color casi dorado.

3. Frecuencia de las tomas: en las noches Isabel pasa entre dos horas a dos horas y media entre cada toma. En el día puede ser más frecuente.

Terminamos esta semana con un éxito incuestionable en materia de lactancia materna. Sin embargo, ahora nos plateamos nuevas metas.

1. Comenzar una rutina. Hasta ahora el énfasis estuvo en garantizar que la niña se esté alimentando bien y en suficiente cantidad. De eso estamos seguros. Sin embargo, esperamos los resultados de su primera revisión. Para esta segunda semana nos hemos planteado el comenzar a construir una rutina. Comenzar la educación de forma proactiva.

2. Cosas que no han funcionado. Desde el sábado en la tarde Isabel ha estado muy inquieta. A pesar de que ha dormido bien en la noche del sábado, durante el día le ha costado mucho dormir y está muy excitada. Sospecho que ha recibido demasiada estimulación durante el fin de semana, por lo que será muy difícil dormir hoy domingo (uff!). Hemos pensado que es necesario controlar un poco el ambiente que la rodea, haciéndolo más tranquilo, hasta encontrar el punto en que no se vea afectado su descanso (y el nuestro)